El Año Litúrgico es la celebración - actualización del misterio de Cristo en el Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad . Quien ha estudiado la historia de salvación, comprenderá la importancia del Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre.
ORIGEN
Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros, al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.
TIEMPOS FUERTES
Este itinerario de fe, que acompaña en forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias etapas:
1. Una preparación en el adviento, como tiempo de despertar en la fe en vista del encuentro con el Señor.
2. Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidad y mayor conocimiento de Él, mediante el estudio y la meditación.
3. Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual de Cristo Muerto y Resucitado.
CADA CELEBRACIÓN LITÚRGICA TIENE UN TRIPLE SIGNIFICADO:
1. Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.
2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.
2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.
3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.
EL SACERDOTE SE REVISTE CON CASULLA DE DIFERENTES COLORES:
Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua
Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua
Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
ESTRUCTURA DEL AÑO LITÚRGICO:
El año litúrgico no coincide con el año civil, sino que comienza cuatro domingos antes de Navidad y termina con la semana siguiente a la fiesta de Cristo Rey. Tiene fiestas fijas y movibles.
El ciclo navideño
La primera parte del ciclo navideño es el Adviento en que conmemoramos la larga espera del pueblo de Israel y la venida de Cristo en el tiempo. Además miramos hacia el futuro, hacia la segunda venida del Señor al final de los tiempos. El Adviento nos quiere preparar, tanto para la fiesta de Navidad, venida de Cristo en gracia, como para su venida definitiva, sea al final de la historia o sea en el momento de nuestra muerte. Es un tiempo de mayor austeridad, en que debemos revisar y corregir nuestra vida. Por eso el color litúrgico del Adviento es morada.
En la segunda parte del ciclo navideño, con las fiestas de Navidad y Epifanía, celebramos la venida histórica de Cristo y su manifestación al mundo. En este espacio, el 1º de enero, fiesta de “María, Madre de Dios” la Iglesia honra también a la que nos trajo el Salvador. Con tales motivos la liturgia rebosa de alegría. Para el día de Navidad nos ofrece hasta tres misas con textos distintos, con el fin de enfocar los diversos aspectos de la encarnación y del nacimiento del Hijo de Dios. La solemnidad y alegría de estos días se expresa en el color blanco de los ornamentos sacerdotales.
El tiempo ordinario
El Tiempo ordinario se divide en dos partes que varían en número de domingos, pues dependen de la fecha en que se celebra la Pascua de Resurrección. En la primera parte las lecturas se refieren con preferencia a los comienzos de la vida pública del Señor y a su anuncio de la llegada del Reino de Dios. La segunda parte, después de Pentecostés, simboliza la larga espera de la Iglesia por el regreso glorioso de su Señor, que conmemoramos en la fiesta de Cristo Rey. De muchas maneras nos preparan las lecturas de estos domingos a un fiel seguimiento de Cristo y a ser sus testigos en el mundo, siempre orientados hacia su Reino glorioso que nos dará al final de los tiempos. El color litúrgico del Tiempo ordinario es verde, color que simboliza la esperanza.
El ciclo pascual
El año litúrgico alcanza su cumbre en el Ciclo pascual, propiamente en la Semana Santa, cuando celebramos el misterio pascual, misterio de nuestra salvación. A este importante acontecimiento nos prepara la Iglesia durante la Cuaresma, que es un tiempo de penitencia y conversión. La liturgia enfoca en estos días verdades como la condición pecadora del hombre/mujer, la conversión, la misericordia de Dios, la cruz y el dolor humano como instrumentos de salvación, el sentido pascual de la penitencia.
A pesar de que cada domingo conmemoramos el misterio pascual, la Iglesia nos la hace celebrar de manera expresa en la Semana Santa. Con ritos litúrgicos impactantes de profundo sentido y en base a abundantes lecturas bíblicas nos lleva a acompañar a nuestro Salvador en su cruz y resurrección, a fin de que en espíritu de conversión y en la fe de resurrección nos incorporemos cada vez más en este mismo misterio. La celebración de la resurrección de Cristo en la Vigilia pascual es la cima de toda la liturgia, y su alegría no sólo irradia sobre las siguientes semanas del Tiempo pascual, sino sobre todo el año, particularmente sobre los domingos, que son los días santos del pueblo de Dios en el Nuevo Testamento, porque un domingo Cristo resucitó. El Tiempo pascual concluye con la fiesta de Pentecostés. En este día Cristo resucitado envió a su Iglesia desde el Padre al Espíritu Santo, capacitándola de ser testigo y portadora del Misterio pascual a todo el mundo.
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